Creo que todos los seguidores de Dios quieren obtener la salvación y entrar en el reino de Dios para poder disfrutar de las bendiciones del reino celestial. Pero ¿cómo podemos hacer esto en realidad? Probablemente haya bastantes hermanos y hermanas que responderían: “El Señor Jesús mismo nos redimió en la cruz, absolviéndonos de todos nuestros pecados, así que en Sus ojos ya no somos pecadores. Siempre que sigamos al Señor Jesús, sigamos leyendo la Biblia, orando, yendo a la iglesia y haciendo la obra de Dios con diligencia, cuando Él regrese, seremos completamente salvados y entraremos en el reino de Dios”. Al igual que todo el mundo, yo solía pensar eso también, pero hace poco me encontré con un hermano que estaba predicando el evangelio de que el Señor ya ha regresado. Exploré ese asunto de entrar en el reino con él y entonces me di cuenta de que el conocimiento de la mayoría de los cristianos acerca de este asunto no está de acuerdo con la verdad. La manera en la que vivimos no ha alcanzado todavía el criterio para ser salvados completamente. Ahora me gustaría compartir algunas palabras sobre un poco de mi propio conocimiento. Aunque hemos aceptado la redención del Señor Jesús y nuestros pecados han sido absueltos, esto no quiere decir que hayamos sido salvados completamente, o que estemos cualificados para entrar en el reino de Dios. Esto se debe a que la raíz de nuestro pecado todavía sigue ahí, y a menudo estamos atrapados viviendo con nuestros caracteres corruptos. Por ejemplo, podemos abandonar algunas cosas o gastarnos un poco a nosotros mismo, podemos traer a algunas personas a Dios, y entonces sentimos que hemos trabajado muy duro y hemos conseguido algo importante, que estamos muy dedicados a Dios. Pensamos que esto debería ser nuestro billete para entrar en el reino de los cielos. Sin embargo, cuando vemos que obtener estas bendiciones no parece que vaya a ocurrir en un futuro próximo, nos sentimos abatidos, o podemos sentir que no vale la pena seguir a Dios. Perdemos nuestra motivación para gastarnos por Él. De esto resulta claro que nuestros esfuerzos por Dios son simplemente transacciones; no estamos sinceramente dedicados a Él. Vemos que los no creyentes están comiendo buena comida y vistiendo con ropa bonita, conduciendo un coche caro y viviendo en una casa grande, mientras que nosotros no tenemos mucho tiempo para salir y ganar dinero porque estamos ocupados en la iglesia, así que nuestros placeres materiales no están a la altura de los suyos. Sentimos envidia, celos y a veces somos debilitados y caemos en la pasividad. Esto nos demuestra que nuestras perspectivas sobre las cosas y valores en la vida todavía no han cambiado, que las cosas que amamos en verdad no son la verdad o la vida, sino que son la fama, las ganancias, el estatus y los placeres carnales. Albergamos estos caracteres corruptos dentro de nosotros; todos ellos son contrarios a la verdad y son incompatibles con lo que el Señor requiere. ¿Cómo sería posible que fuésemos salvados de esta manera? Dios dijo: “[…] seréis, pues, santos porque yo soy santo” (Levítico 11:45), “[…] En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). Las palabras de Dios nos muestran que Dios es santo y que los que no han sido purificados absolutamente no pueden entrar en Su reino. Esto está determinado por el carácter justo de Dios. ¿Cómo podría la gente como nosotros, que está pecando constantemente, estar cualificada para entrar en el reino de Dios? Si queremos ser salvados completamente y entrar en Su reino, debemos desprendernos de nuestros caracteres corruptos, ser limpiados, conseguir la obediencia a Dios, y amarle. Esta es la única manera para que seamos verdaderamente salvados y podamos entrar en Su reino. En este momento de nuestra palabra, pienso que todo el mundo puede reconocer que la raíz de nuestra pecaminosidad todavía está profundamente arraigada y que no hemos conseguido la purificación. Entonces, ¿cómo podemos librarnos de nuestros caracteres corruptos y conseguir la salvación completa para que podamos entrar en el reino de Dios? En realidad, el Señor Jesús nos dio algunas profecías hace mucho tiempo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final” (Juan 12:47-48). Está claro, a través de estas profecías, que el Señor Jesús va a regresar y realizar otro paso de la obra: la obra del juicio. También va a expresar todas las verdades que no entendemos. Siempre que aceptemos la obra de Dios del juicio en los últimos días, pongamos en práctica la verdad y seamos limpiados de nuestros caracteres corruptos, y vivamos con la verdadera semejanza humana, finalmente podremos ser salvados completamente y raptados al reino de los cielos. Esto se debe a que la obra de redención del Señor Jesús no era la obra de los últimos días para librarnos del pecado, sino que allanó el camino para Su obra en los últimos días. La obra de la redención simplemente nos absolvió de nuestros pecados, pero nuestra naturaleza pecadora sigue dentro de nosotros. Por eso, el Señor necesita hacer un paso de la obra del juicio. Como se dice en las palabras de Dios: “Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió en la ofrenda por el pecado del
La Biblia registra al rey de Israel—Salomón, quien fue el rey más sabio a lo largo de las eras. Recientemente, leyendo su historia, adquirí nuevos conocimientos respecto al carácter justo de Dios. Y, me di cuenta de que, en nuestra creencia en Dios, comprender la verdad y alabar mejor a Dios, es extremadamente importante que conozcamos el carácter justo de Dios. A continuación, compartiré mis logros con ustedes. Dios Bendice a Aquellos Que Están Conscientes de Su Voluntad En la Biblia está escrito, “Y aparecióse Jehová á Salomón en Gabaón una noche en sueños, y díjo le Dios: Pide lo que quisieres que yo te dé. Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia á tu siervo David mi padre, según que él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo: y tú le has guardado esta tu grande misericordia, que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día. Ahora pues, Jehová Dios mío, tú has puesto á mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre: y yo soy mozo pequeño, que no sé cómo entrar ni salir. Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. Da pues á tu siervo corazón dócil para juzgar á tu pueblo, para discernir entre lo bueno y lo malo: porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? Y agradó delante de Adonai que Salomón pidiese esto. Y díjole Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, mas demandaste para ti inteligencia para oir juicio; He aquí lo he hecho conforme á tus palabras: he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no haya habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria: tal, que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días” (1 Reyes 3:5-13). De las suplicas de Salomón y las promesas de Jehová Dios, podemos ver que Dios da gracia y bendiciones especiales a aquellos que consideran Su voluntad. Salomón le pidió a Dios que le otorgara suficiente sabiduría, para que pudiera gobernar mejor al pueblo de Israel y llevarlos a adorar a Dios. Su pedido fue por consideración a la voluntad de Dios y eso deleitaba a Dios. Así que Dios le prometió a Salomón: “He aquí lo he hecho conforme á tus palabras: he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no haya habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú” (1 Reyes 3:12). De esto podemos que lo que Dios le dio a Salomón no fue solo simple sabiduría capacitándolo para distinguir entre el bien y el mal, pero más bien la mayor sabiduría que le hizo más sabio que todos los otros reyes. Además, Dios también le dio una riqueza inigualable porque lo que el pidió fue apreciado por Dios, así que, durante los años de su vida, ningún rey en el mundo fue más honorable que él. Esto demuestra que Dios bendice a las personas conforme a Sus principios—Él bendice a aquellos quienes prestan atención a Su voluntad. Así que si lo que nosotros pedimos y hacemos en aras al servicio del Señor lealmente, para la iglesia y para los hermanos y hermanas, como así para satisfacer a Dios, dando testimonio de Dios y haciendo la voluntad de Dios, entonces Dios nos aceptara y se deleitara en nosotros. La Caída de Salomón Refleja la Justicia de Dios Más Adelante, además de casarse con la hija del Faraón de Egipto, Salomón tomó a las princesas de otros reinos como sus concubinas. Mientras se codiciaba con su belleza, se sumergió en los placeres de la carne. No sólo eso, sino que incluso abandonó al Dios Jehová y siguió a las mujeres gentiles para adorar a ídolos, y, además, construyó un gran lugar para los ídolos en la colina en frente de Jerusalén. Salomón obrando tan severamente, violó los mandamientos de Dios y decepcionó los deseos que Dios tenía de él. Y entonces lo que hizo era malvado, a los ojos de Jehová Dios. Así que Jehová Dios le dijo: “Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé el reino de ti, y lo entregaré á tu siervo. Empero no lo haré en tus días, por amor de David tu padre: romperélo de la mano de tu hijo. Sin embargo no romperé todo el reino, sino que daré una tribu á tu hijo, por amor de David mi siervo, y por amor de Jerusalem que yo he elegido” (1 Reyes 11:11-13). De esto podemos ver que Dios toma una postura hacia los pensamientos y acciones de las personas y Sus actitudes no permanecerán inalterables. En cambio, cambian de acuerdo con las diferentes actitudes hacia Su verdad, Sus comisiones y Sus exigencias. El ascenso y descenso de Salomón es solo un ejemplo de esto. Al principio, él le pidió sabiduría a Dios, con el propósito de dirigir a la nación mejor y guiar al pueblo de Israel para que alabaran a Dios de mejor manera. Por ende, él la utilizó para hacer cosas que pudiesen satisfacer a Dios para así completar el mandato que Dios le dio. Entonces, Dios apreciaba su búsqueda y sus acciones, y otorgó bendiciones sobre él. Pero más adelante, Salomón comenzó a vivir en lujuria en los placeres de la carne y traicionó el mandamiento de Dios, adorando a ídolos. Tales acciones enfurecieron a Dios, así que Dios desató Su ira sobre él, dividiendo su nación. Como podemos ver, el carácter de Dios no sólo es misericordioso y compasivo, sino también justo
Esa mañana de domingo era como cualquier otra, cuando abrí mi Biblia, comencé mis devociones espirituales y vi que Hebreos 9:28 decía: “Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan”. Cuando pensé en esto detenidamente, no pude evitar sentirme confundida. “Eso no puede ser”, pensé. “¿Acaso cuando el Señor Jesús dijo ‘Consumado es’ en la cruz no quiso decir que la obra de Dios para salvar al hombre se había completado totalmente? Cuando el Señor regrese, podremos entrar en el cielo inmediatamente y tener un banquete con el Señor, ¿cómo puede ser que esto diga que el Señor Jesús aparecerá de nuevo para salvar al hombre cuando Él regrese? ¿Qué es lo que significa esto?”. Cuanto más pensaba en ello, más dudas tenía en mi corazón … “¡Esto no puede ser! Debo encontrar a alguien para compartir esta palabra conmigo”, pensé. Justo entonces, me vino a la mente mi compañera de trabajo de la iglesia, la hermana Xiao Xue. Solíamos hablar de la Biblia y justo en ese mismo momento la hermana Xiao Xue volvió de una reunión en otro sitio; no había nada que no me pudiera ayudar a encontrar. Fui a casa de Xiao Xue, y cuando vi que tanto la hermana Xiao Xue como su marido, el hermano Xu, estaban en casa, solté de golpe mi pregunta: “Estoy confundida acerca de algo que me gustaría comentaros. Todos sabemos que el Señor Jesús dijo ‘Consumado es’ cuando estaba en la cruz. Esto significa que la obra de Dios para salvar al hombre había sido completada y que siempre que creamos en Jesús, el Señor no nos considerará pecadores, y cuando regrese nos llevará inmediatamente al cielo. Pero en Hebreos 9:28 está escrito: ‘Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan’. Esto dice que Dios aparecerá de nuevo en los últimos días para hacer Su obra para salvarnos. ¿Cómo entendéis esto?”. Xiao Xue sonrió y dijo: “Esta pregunta es algo que, por casualidad, he estado debatiendo con los hermanos y hermanas en mi viaje, y después de unos cuantos días de conversar llegamos finalmente a una conclusión. En realidad, es un hecho que, cuando el Señor Jesús dijo ‘Consumado es’ en la cruz, no quiso decir que la obra de Dios para salvar a la humanidad estaba completamente terminada, porque había profetizado anteriormente: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir’ (Juan 16:12-13). ‘Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final’ (Juan 12:47-48). ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’ (Apocalipsis 2-3). El Señor ya nos ha dicho claramente que cuando vuelva en los últimos días, expresará la verdad a las iglesias, nos contará muchos misterios y también hará la obra del juicio. Dios es fiel y todo lo que Dios ha dicho ocurrirá”. Reflexioné sobre estas palabras de la hermana Xiao Xue y pensé: “¡Sí! Dios es fiel, y como el Señor Jesús profetizó que pronunciará más palabras y hará más obras en el futuro, entonces esto ocurrirá sin falta”. El Hermano Xu siguió, diciendo: “Sí, las palabras del Señor no pueden fallar nunca. Además, debemos estar conscientes de que, cuando el Señor Jesús dijo ‘Consumado es’, quiso decir que la obra de Dios para redimir a la humanidad se había acabado y que el hombre ya no tenía ser condenado a morir por la ley. Si recordamos el final de la Era de la Ley, la humanidad estaba siendo corrompida cada vez más por Satanás y no podía cumplir la ley, por lo que estaba en peligro constante de ser condenado a morir por la ley. Para salvar al hombre, Dios se encarnó en el Señor Jesús y predicó el evangelio, sanó a los enfermos y expulsó demonios allá donde fue. Hizo muchos milagros y al final fue clavado en la cruz para redimir al hombre del pecado. Por tanto, cuando el Señor Jesús dijo ‘Consumado es’, quiso decir que, siempre que los que acepten Su salvación le confiesen sus pecados a Él y se arrepientan, sus pecados serán perdonados, disfrutarán la gracia que Él concede y no serán condenados ni ejecutados por la ley”. Después de escuchar sus palabras, de repente vi la luz y dije: “Hermano Xu, tus palabras me han hecho entender. Cuando el Señor dijo ‘Consumado es’, quiso decir que la obra de redención de Dios había terminado y que siempre que confiáramos en el Señor y confesáramos y nos arrepintiéramos, nuestros pecados podían ser perdonados y no seríamos condenados a morir por la ley”. La hermana Xiao Xue dijo entonces: “Gracias al Señor, es maravilloso que hayas entendido esto. El Señor Jesús se ofreció como ofrenda del pecado para el hombre y redimió al hombre del pecado y perdonó sus pecados. Esta fue la misericordia de Dios, pero no significaba que estuviéramos entonces libres de pecado, ya que nuestra naturaleza pecadora todavía está arraigada en nosotros y todavía somos capaces de estar sujetos frecuentemente a las ataduras de nuestra naturaleza pecadora y cometemos pecados y desafiamos a Dios. Después de creer en el Señor, por ejemplo, aunque ya no cometamos pecados obvios y parezca que nos portamos bien en apariencia externa, seguimos mintiendo frecuentemente y engañamos a otros en la vida para proteger nuestra propia imagen
Un día leí las siguientes palabras de Jesucristo: “Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). Me puse a reflexionar: Al Señor le gustan los pobres de espíritu, y aquellos que no son pobres de espíritu no pueden entrar en el reino de los cielos. Pero entonces, ¿qué tipo de personas son los pobres de espíritu? Resulta que ese día era día de reunión, de modo que saqué el tema e intercambié ideas con mis hermanos y hermanas. La hermana Yang dijo: “Yo creo que con los pobres de espíritu, de los que habla Jesucristo, se refiere a aquellos que puedan tener un carácter arrogante, pero que, sin embargo, no se aferran a sus propias nociones ni ideas, y que son capaces buscar la verdad, prestando atención a la voz de Dios, y aceptan y obedecen la palabra de Dios. Como está registrado en la Biblia, ‘Felipe halló á Natanael, y dícele: Hemos hallado á aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: á Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Y díjole Natanael: ¿De Nazaret puede haber algo de bueno? Dícele Felipe: Ven y ve. Jesús vió venir á sí á Natanael, y dijo de él: He aquí un verdadero Israelita, en el cual no hay engaño. Dícele Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús, y díjole: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi. Respondió Natanael, y díjole: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel’ (Juan 1:45-49). En estos versículos vemos que Natanael era una persona humilde. Cuando se enteró de que Jesucristo era el Mesías, Aquel que viniera, y oyó hablar a Jesucristo con autoridad y fuerza, y vio que Él observaba lo más profundo del corazón de las personas, siendo distinto a la gente corriente, ignoró el pasado humilde de Jesucristo, y pudo librarse de sus propias nociones e ideas y buscar humildemente la obra de Jesucristo. Finalmente, dio la bienvenida a la llegada del Mesías y obtuvo la salvación del Señor”. Y continuó el hermano Zhan: “Las palabras de la hermana Yang me han recordado una historia de la Biblia que trata de un eunuco etíope con mucho poder, que acogió el evangelio de Jesucristo. Dicen las escrituras: ‘Y respondiendo el eunuco á Felipe, dijo: Ruégote ¿de quién el profeta dice esto? ¿de sí, ó de otro alguno? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron á cierta agua; y dijo el eunuco: He aquí agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios’ (Acts 8:34-37). El eunuco etíope era una persona que buscaba con un corazón humilde. Aunque ostentaba gran poder y cierto estatus, no estaba influenciado por ello, sino que humildemente buscaba la verdad. Después de oír las obras de Jesús, que Felipe le predicó, aceptó con feliz a Jesús como su Salvador”. Al oír las palabras de mis hermanos, me sentí bien y dije: “Después de haberos oído, compañeros, ahora sé que la gente pobre de espíritu no se aferra a sus propias opiniones. Son capaces de buscar lo que es de Dios, son capaces de soltar sus propias nociones, cuando se dan cuenta de que están equivocadas, y son capaces de aceptar y obedecer la obra de Dios. Tomemos a Natanael, por ejemplo: al principio tenía una noción de Jesucristo cuando pensaba: ‘¿De Nazaret puede salir cosa buena?’ Pero después de oír la palabra de Jesucristo, cambió de opinión y se convirtió en seguidor de Jesucristo”. La hermana Yang continuó: “Sí. Los arrogantes y orgullosos se aferran a sus propias ideas y nunca ceden, de modo que no son gente humilde. Lo cual me recuerda a los fariseos del principio. Decían que ansiaban la llegada del Mesías; pero cuando el Mesías llegó, pensaron, basándose en sus nociones e ideas, que Jesús no era Cristo porque Su nombre no era Mesías; pensaron que Cristo tenía que haber nacido en el seno de una familia noble y rica y no supuestamente en un pesebre; definieron la obra de Dios como basada en el significado literal de la Biblia, limitaron la obra de Dios a lo que ponía en la Biblia; incluso juzgaron que Jesucristo era una persona normal y corriente, argumentando: ‘¿No es éste el hijo del carpintero? ¿no se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo y José, y Simón, y Judas? ¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?’ (Mateo 13:55-56). Aunque oyeron cómo Jesucristo hablaba con autoridad y fuerza, y vieron cómo llevó a cabo muchos milagros, siguieron aferrándose a sus propias ideas, no buscaron con humildad la verdad, incluso condenaron y blasfemaron contra Jesucristo. Finalmente, debido a su naturaleza de odiar la verdad, confabularon con el gobierno romano para crucificar al misericordioso Señor Jesús, cometiendo un monstruoso pecado, y recibiendo por ello el castigo de Dios. ¡Aprendemos de esto que no buscar con humildad la aparición de Dios y Su obra, sino resistirse frenéticamente y condenar a Dios, es sin duda algo muy peligroso!”. El hermano Fang dijo: “¡Oh! Al oírte hablar así, me he dado cuenta de que se trata de un aviso. Ahora nos encontramos en el periodo final de los últimos días, que a su vez es el momento crucial del regreso de Jesucristo. Deberíamos ser gente que busca con humildad, porque ¡sólo entonces podremos dar la bienvenida a la segunda llegada del Señor! Recuerdo que Jesucristo dijo: ‘Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar. Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará á toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir’ (Juan 16:12-13). Y está profetizado